sábado, 12 de marzo de 2011

CRÓNICA TRANSGRANCANARIA 2011


Si algo he aprendido a lo largo de 13 años de deporte continuado, es que una carrera, un entrenamiento, una prueba, nunca sabes como va a salir, pruebas que has entrenado bien se pueden torcer y pruebas que no has preparado pueden salir de maravilla.

Este último caso ha sido el de la Transgrancanaria 2011. Dado a cambios en mi vida diaria llevaba casi dos meses sin entrenar, si descuento algún entreno esporádico de fin de semana, y con este pobre bagaje deportivo me planto en la salida de la Trangrancanaria 2011. 42 kms (en principio) se me ponían delante, 42 kms para disfrutar, para respirar aire puro, para sudar, para sufrir, para ser solidario, para probarme a mi mismo, para fortalecerme, en definitiva... para sentirme vivo.

A las 9:20 llegamos, en la guagua de la organización, al Grañón, podría haber unos 5 ó 6 grados y yo de valiente, en manga hueca y sólo con un cortaviento que me quitaría antes de empezar a correr. Minutos típicos previos a la salida de una carrera, saludos a los corredores habituales que nos vemos en casi todas las carreras, nervios, ilusión... y suena el pistoletazo de salida.

Estaba situado de los últimos y allí me quedé, como concentrándome para lo que me esperaba. Cuando ya toda la masa de corredores había salido comienzo mi carrera, suave, concentrado, a ritmo.

La idea era intentar no superar por mucho tiempo las 150 pulsaciones por minuto (ppm) y en ello me concentraba, frío, mucho frío, pero cojo el ritmo rápido, hago camino, adelanto a otros corredores de manera pausada... siempre a mi ritmo.

Estas carreras has de correrlas por pequeñas etapas y mi idea era llegar a Cruz de Tejeda, luego pensar en Teror (km 16) y allí decidir y comprobar como me encontraba (si esto es el Santo Santorum de estas carreras, cuando no has entrenado es OBLIGATORIO).

Disfruto del camino, todo esta verde, hay un sol agradable, buen ambiente y alegría en los corredores. Llegando a Cruz de Tejeda me encuentro con Maluisa, venezolana que es toda una deportista, la saludo y comienzo la segunda dura subida de la jornada. Voy a ritmo, adelanto sólo a los corredores de ritmo menor al mío, no me cebo, bebo agua y sales, como trozitos de barritas energéticas, una cada hora, todo cronometrado, hidratarse y alimento es lo más importante, fundamental, DEFINITIVO. En lo alto de esta subida me encuentro a Alberto y su familia acurrucados y calentitos en su furgona (pienso, "me dejarán entrar" pero lo descarto :-)).

Comienzo la bajada a Teror, es para mi, la parte más bonita de esta carrera, sendero en bajada, verde, húmedo, tupido de vegetación, pinos, tabaibas, riachuelo a la izquierda siempre, bajada mojada, piedras, el típico bosquecito de ensueño donde te gustaría sentarte unos minutos y escuchar el silencio.

Sigo a mi ritmo, 147 ppm, respiro, tomo agua, sales, como, y sigo, nos adentramos en el barranco que nos llevará a Teror, voy concentrado y de repente escucho unos gritos, vienen de otros corredores, me había equivocado de camino y es que este año había variaciones respecto a los años anteriores que yo había corrido esta carrera, vuelvo y agradezco a los otros corredores el avisarme.

En 2:10 horas llego a Teror, 10 minutos peor que mi tiempo en otras ocasiones, algo que no estaba nada mal. Allí me tomo las cosas con calma, con mucha calma, inteligente, detallista... lleno mi camelback de agua, lleno mis dos botes, de agua uno y de sales minerales el otro, como pasas, dos trozos de platano, una mandarina que yo portaba, una chocolatina Tirma y el plato fuerte... medio bocadillo de Salami y queso, quizás no sea lo mejor para un deportista pero... como me supo.

Compruebo que todo está ok, y me pregunto a mi mismo "¿vas a seguir? a partir de aquí te quedan unos 25 kms y si das el primer paso tendrás que llegar a La Playa de Las Canteras, no estas entrenado" me respondí rápidamente... llegaría a las Canteras.

Me encamino a la Finca de Osorio, a partir de este punto todo era nuevo para mi pues no me conocía el recorrido así que debía ser, si cabe, más conservador. Osorio me recibe con una cuesta de más de un km dura, exigente, empinada, verde,... preciosa. Subo a buen ritmo, concentrado con la cabeza agachada y las manos en mis cuádriceps, a partir de allí un llano de no más de 500 metros y una bajada vertical y rápida... disfruto, pues el tiempo es buenísimo para correr y el paisaje alucinante, adelanto a corredores, a muchos corredores, ya me encuentro con petos blancos, corredores de la distancia Starter de 24 kms que habían salido a las 11 de la mañana de Teror. Son chicos, chicas, jóvenes, viejos, altos, bajos, gordos, flacos, alegres, deportistas, senderistas, aventureros, despistados... pero todos con un objetivo final... La Playa de Las Canteras.

A buen Ritmo llego a Arucas, y por senderos, barrios y callejones, me encuentro en el cauce del barranco de los Giles, típico barranco con piedra suelta en el que en principio parece imposible correr, pero yo soy de Gáldar y esto está lleno de barrancos, mis compañeros de entrenamiento y yo casi no hay salida de entrenamiento que no pasemos por un barranco, es decir, somos inmunes a las torceduras de tobillo por piedra suelta. Corro, corro rápido, concentrado en mi pulso pero sobre todo en el piso que piso, adelanto a muchísimos corredores pues casi nadie corre por aquí.

Adelanto y adelanto y sigo bajando, de repente estoy solo, completamente solo, pero siguen habiendo marcas de la carrera, sigo bajando, voy rápido... tras unos 20 minutos corriendo bajando por el cauce del barranco comienzo a mosquearme... llevo mucho tiempo solo y no veo a nadie, hay marcas de la carrera (o eso creía yo) pero no veo a nadie, me paro, pienso y llego a la conclusión que me he equivocado, no es posible que no encuentre a nadie y que nadie me siga, me doy media vuelta y comienzo a subir caminado por donde había bajado, de repente llega otro corredor y le pregunto que si conoce el camino... venía perdido como yo. Los dos cabizbajos y caminando regresamos por nuestros pasos. Llegamos al punto donde deberíamos haber girado a la derecha y el compañero que llevaba un Gps me confirma que habíamos recorrido 1,8 kms de bajada y otros tanto de subida... es decir como yo iba tan sobrado de entrenamiento voy y sumo 3,6 kms de más a la carrera... soy un artista.

Rabioso, comienzo a subir una dura pendiente, ya no me importa mi pulso ni mi poco entrenamiento, me llamaba imbécil a mi mismo por no haberme fijado en las marcas, mi mediocre objetivo de terminar en menos de 5 horas ya no sería posible pues había calculado que perdí una media hora al perderme. Pero este contratiempo lo utilizo para correr más, con más fuerza y más concentrado.

Llego al km 33, Tenoya último punto de avituallamiento, lleno mi camelback de agua, aunque estaba casi lleno, mis botes de agua y sales están llenos, como pasas, un platano y claro como no, un trozo de pan con salami que todavía recordaba de Teror.

Salgo rápido, quiero sudar pues empieza a hacer frío y a caer alguna gota de agua. Lo que quedaba era un sin fin de subidas y bajadas, una de esta subidas durísima y empinada pero ya era un hecho que llegaría a Las Canteras. Casi sin darme cuenta comienzo la bajada desde los Giles que me llevaría a Las Canteras, me dejo llevar por la fuerza de la gravedad, bajo rápido, comienza a llover, a llover fuerte y me animo, me encanta correr bajo la lluvia, me concentro en mi forma de correr, cada zancada es estudiada antes de ser ordenada por mi cerebro y lanzada por la musculatura de mis piernas, estoy vivo, voy rápido.

A unos 2 kms de meta un corredor conocido de la carrera de 123 kms que llevaba desde las 12 de la noche del día anterior recorriendo la isla me adelanta, le saludo pero no me dice nada, tan sólo me levanta el pulgar, le comprendo pues está apunto de lograr una hazaña y sus fuerzas están al límite, pero no se lo permito, nada le cuesta devolverme el saludo, animarme como yo le he animado, todos somos iguales, nadie es mejor o peor, todos tenemos nuestras ilusiones y objetivos, salgo enloquecido, rabioso, le adelanto en pocos segundos, voy rapidísimo, llueve, llueve mucho y afronto la última bajada, no me importa caerme, piso grandes charcos pero voy desbocado, voy todo lo rápido que puedo y extrañamente tengo fuerzas no voy a parar hasta meta es un sprint de unos 2 kms pero no voy a aflojar, es una estupidez, un acto que muchas veces he criticado, que me parece ilógico, pero lo hice, lo hice y no me arrepiento.

Sólo en los últimos 5 metros a meta bajo el ritmo, menos mal que llovía con fuerza y había poco público que si no pensarían "pero este loco que hace a ese ritmo", llego a meta y estoy exhausto, feliz, pero exhausto de ese último gran esfuerzo, he llegado a meta, una vez más salí de la parte más alta de la isla y he llegado con la fuerza de mis piernas y el bombeo de mi corazón a La Playa, a la costa, esta carrera es única y auténtica.

Otra Transgrancanaria concluida, esta carrera es mi carrera, es la que más quiero, en la más agusto que me siento, nunca he sufrido en ella de manera extrema, siempre me ha dado alegrías, la quiero.

En 2012 más... más y mejor.